Friday, August 10, 2018

Ecuador: Termas Papallactas y Aventuras en Hablar Español


En nuestro primer día de visitas turísticas, el mismo servicio de coche nos recogió a eso de las 8:00 de la mañana y nos llevó a visitar las Termas Papallactas, viaje en coche que tardó más o menos una hora y media.  "Termas" son las aguas termales.  Papallactas es el nombre de la montaña.  Nuestro conductor en ese día era Gonzalo, que hablaba muy bien el inglés y también era muy amable y genial hacia nosotros.  Nos detuvimos para salir del coche y tomar fotos varias veces por el camino.  Al final, estábamos muy, muy alto en las montañas.

Termas Papallactas parecía un complejo remoto con una gran cantidad de piscinas de aspecto normal, pero el agua en todas las piscinas provino de manantiales termales.  Aparte de la taquilla, un restaurante, algunos vestidores, y un snack bar donde también se podía alquiler toallas y casilleros, no había mucho allí pero un montón de piscinas, duchas, y vistas de una belleza impresionante.  Montañas enormes e imponentes con vegetación y flores de aspecto tropical y manantiales naturales que parecían ríos pintorescos de aguas bravas rápidos nos rodeaban.  Era un día nublado y había unas gotitas de lluvia que cayeron a intervalos.  Se sentía demasiado frío para usar un traje de baño, pero dado que el agua estaba muy caliente, todo realmente funcionó bien.  Algunas de las piscinas eran construidas alrededor de afloramientos rocosos con cascadas pequeñas, presumiblemente naturales.  Había muchísima niebla de montaña, mezclado con el vapor que se elevaba de las piscinas, que dio al paisaje un aspecto surreal pero espléndido.



¿Y cuánto fue el costo? Ocho dólares y cincuenta centavos por persona para todo el día. [Una oferta FANTÁSTICA, impensablemente fantástica para una experiencia tan única y lujosa. Algo así en E.E.U.U. probablemente costaría cien dólares.]

Gonzalo salió del coche y nos acompañó hasta la taquilla para que él nos pudiera ayudar a comprar nuestras entradas, como Adán no habla español, y yo todavía no estaba sintiendo muy segura acerca de mi capacidad lingüística.  Él no tenía obligación de hacerlo, pero se ofreció de todas formas.  Creo que originalmente Gonzalo había tenido la intención de salir y que nos recogiera más tarde, pero cambió de idea y dijo que se quedaría y que estaría cerca si lo necesitáramos.  Gonzalo se cambió y se puso un bañador y se remojó en las aguas termales como nosotros, aunque realmente no pasamos el rato juntos con él allí.

Nadamos y disfrutamos un par de horas.  Cuando salimos de la piscina y nos pusimos nuestra ropa normal, Adán se dio cuenta de que había dejado sus zapatos en un vestidor antes de nadar, y ahora estaban desaparecidos.  En este momento, deberíamos haber intentado encontrar a Gonzalo para que él nos pudiera ayudar a hablar con el personal. Sin embargo, no lo vimos a él de inmediato, y parecía como si el tiempo apremiara cuando los zapatos (¡y los calcetines!) perdidos estuvieran en riesgo.  Así que hablé con la señora del snack-bar/alquiler-de-casillero, bastante torpemente en español. Me muero de vergüenza porque dije "vestidos" cuando quise decir "vestidores," lo que me ganó una mirada desdeñosa de la mujer. Ella hizo una llamada de teléfono, presumiblemente a la oficina de Objetos Perdidos, y por suerte, los zapatos (¡y los calcetines!) de Adán se había encontrado y entregado. Un guardia de seguridad nos acercó y nos devolvió los zapatos (¡y los calcetines!).  Luego almorzamos en el restaurante.

Me sentí orgullosa de que hubiera comunicado con éxito, y también que hubiera manejado el alquiler de los casilleros anteriormente.  De hecho, la única razón por la que cuento esta historia aburrida es que las experiencias de hablar español fueron los mejores momentos del viaje para mí.  Cada interacción me dejó avergonzada e insegura, o me hizo brillar intensamente con orgullo y euforia.  Les di demasiada importancia; lo puedo reconocer.  Pero me gusta mucho aprender español, y esta fue mi primera vez en un país de habla hispana.  Aunque hay un montón de gente que habla español en mi propio país y en todas partes, casi toda la gente habla inglés también.  No siempre, pero por lo general, me siento muy auto-consciente y tímida tratando de hablar español (de manera más o menos conversacional pero no con fluidez) con nativo-hablantes que dominan el inglés.  Es más fácil empujar a través de eso cuando no hay otra opción porque no hablan inglés.  Al menos en esa situación, a pesar de que yo estoy cometiendo un montón de errores, que no es tan embarazoso porque su inglés no será muchísimo mejor que mi español.

Por supuesto, muchas personas pueden hablar inglés en la ciudad de Quito, especialmente en las industrias de hostelería y turismo, pero de lo contrario, muchas no lo saben.  Asimismo, muchos, muchos señales en Quito tienen las traducciones en inglés, pero a la vez, también hay muchos que no las tienen.  El traducir de cosas para Adán era una gran emoción para mí.  Eso es mi idea de un momento de diversión.  Salvo cuando yo apesto, y me avergüenzo.  Pero finalmente, por primera vez, me encuentro en un nivel en que esos momentos son superados por los momentos de orgullo.

Me da una sensación asquerosa en la boca del estómago cuando alguien me está diciendo algo que yo sé es, probablemente, bastante simple y sencillo, pero no tengo ni idea lo que es.  Que me ha pasado mucho.  Varias cosas de menor importancia fueron un poco mal porque no entendía algo en español... por ejemplo, fui a Subway (un restaurante de cadena/franquicia) y pide un sándwich (emparedado) submarino de albóndigas, y el chico me preguntó si quería que el sándwich sea calentado. Yo pensé que me estuvo preguntando si quería que el sándwich sea tostada, lo que es una pregunta normal para un Subway en Estados Unidos. Entonces le dije que no.  El tio explicó que no, que él se refería a la carne esté fría, y yo le contesté que estaba bien...porque todavía no entendí lo que él quería decir.  Entonces recibí un sándwich FRÍO de albóndigas, y la carne era poco hecho también, y era demasiado repugnante para comer. Me sentí muy mal.  Yo estaba demasiado avergonzada para volver al chico y pedirle que me cocine el sándwich para mí.

Una vez, tardé alrededor de una hora cuidadosamente componiendo una nota escrita a mano al recepcionista del hotel, pidiéndole que nos pida una pizza para nosotros, y varias otras preguntas. Estaba tan orgullosa de esta nota...hasta que me enteré que el recepcionista hablaba inglés muy bien. Todo había sido innecesario.  Entonces me daba vergüenza.

 Probablemente el peor malentendido, en términos de los resultados prácticos, sucedió en nuestro camino de vuelta a los Estados Unidos. En el aeropuerto internacional de Quito, alguien vendiendo un "servicio de protección de equipaje" me acercó. Quería envolver nuestras maletas en plástico, lo que costó quince dólares por cada maleta. Nunca había oído de esta práctica, y no parece necesario en lo más mínimo. No obstante, le di permiso hacer esta cosa ridícula, porque yo estaba tan confundida y nerviosa, pensé que era un requisito del aeropuerto, cuando en realidad sólo era un servicio innecesario. Pues...realmente, una estafa.

Otro error que me dio un poco de vergüenza tuvo lugar en el área de restaurantes de un centro comercial (otra vez). Pedí a un chico que me diese hielo en mi bebida (que en Ecuador no se ponen hielo en las bebidas a menos que lo les pidas), y él me dijo que no tenían hielo, y cuando me vio muy confundida, explicó que su fuente de soda no tenía ni siquiera un fabricador de hielo.  Pero esto sólo entendí mucho más tarde. En ese momento, la única palabra que entendí era "máquina," e intenté adivinar el resto. Como señaló a su derecha, yo pensaba que quizá estaba diciendo que hubiera una máquina de hielo en algún lugar cercano. Así que le pregunté: "¿Dónde está la máquina?", y él, con una sonrisita/mueca en su cara, señaló a la fuente de soda. (Sonrió porque mi pregunta no tenía sentido, revelando que yo no tenía ni idea de lo que estaba hablando y estaba tratando de fingir a través de la interacción.)  La mayoría de las veces, todo salió muy bien, pero yo aún estaba avergonzada por tener que pedir a la gente que repita las cosas una y otra vez, y por mi incomprensión de muchas cosas.  La vergüenza era mínima mientras que la gente tuviera una actitud muy agradable y paciente, y en su mayor parte, realmente era así.

Continuará...


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