En
nuestro primer día de visitas turísticas, el mismo servicio de
coche nos recogió a eso de las 8:00 de la mañana y nos llevó a
visitar las Termas Papallactas, viaje en coche que tardó más o
menos una hora y media. "Termas" son las aguas
termales. Papallactas es el nombre de la montaña. Nuestro
conductor en ese día era Gonzalo, que hablaba muy bien el inglés y
también era muy amable y genial hacia nosotros. Nos detuvimos
para salir del coche y tomar fotos varias veces por el camino. Al
final, estábamos muy, muy alto en las montañas.
Termas
Papallactas parecía un complejo remoto con una gran cantidad de
piscinas de aspecto normal, pero el agua en todas las piscinas
provino de manantiales termales. Aparte de la taquilla, un
restaurante, algunos vestidores, y un snack bar donde también se
podía alquiler toallas y casilleros, no había mucho allí pero un
montón de piscinas, duchas, y vistas de una belleza impresionante.
Montañas enormes e imponentes con vegetación y flores de
aspecto tropical y manantiales naturales que parecían ríos
pintorescos de aguas bravas rápidos nos rodeaban. Era un día
nublado y había unas gotitas de lluvia que cayeron a intervalos. Se
sentía demasiado frío para usar un traje de baño, pero dado que el
agua estaba muy caliente, todo realmente funcionó bien. Algunas
de las piscinas eran construidas alrededor de afloramientos rocosos
con cascadas pequeñas, presumiblemente naturales. Había
muchísima niebla de montaña, mezclado con el vapor que se elevaba
de las piscinas, que dio al paisaje un aspecto surreal pero
espléndido.
¿Y cuánto fue el costo? Ocho dólares y cincuenta centavos por persona
para todo el día. [Una oferta FANTÁSTICA, impensablemente
fantástica para una experiencia tan única y lujosa. Algo así en
E.E.U.U. probablemente costaría cien dólares.]
Gonzalo
salió del coche y nos acompañó hasta la taquilla para que él nos
pudiera ayudar a comprar nuestras entradas, como Adán no habla
español, y yo todavía no estaba sintiendo muy segura acerca de mi
capacidad lingüística. Él no tenía obligación de hacerlo,
pero se ofreció de todas formas. Creo que originalmente
Gonzalo había tenido la intención de salir y que nos recogiera más
tarde, pero cambió de idea y dijo que se quedaría y que estaría
cerca si lo necesitáramos. Gonzalo se cambió y se puso un
bañador y se remojó en las aguas termales como nosotros, aunque
realmente no pasamos el rato juntos con él allí.
Nadamos
y disfrutamos un par de horas. Cuando salimos de la piscina y
nos pusimos nuestra ropa normal, Adán se dio cuenta de que había
dejado sus zapatos en un vestidor antes de nadar, y ahora estaban
desaparecidos. En este momento, deberíamos haber intentado
encontrar a Gonzalo para que él nos pudiera ayudar a hablar con el
personal. Sin embargo, no lo vimos a él de inmediato, y parecía
como si el tiempo apremiara cuando los zapatos (¡y los calcetines!)
perdidos estuvieran en riesgo. Así que hablé con la señora
del snack-bar/alquiler-de-casillero, bastante torpemente en español.
Me muero de vergüenza porque dije "vestidos" cuando quise
decir "vestidores," lo que me ganó una mirada desdeñosa
de la mujer. Ella hizo una llamada de teléfono, presumiblemente a
la oficina de Objetos Perdidos, y por suerte, los zapatos (¡y los
calcetines!) de Adán se había encontrado y entregado. Un guardia
de seguridad nos acercó y nos devolvió
los zapatos (¡y los calcetines!).
Luego almorzamos en el restaurante.
Me
sentí orgullosa de que hubiera comunicado con éxito, y también que
hubiera manejado el alquiler de los casilleros anteriormente. De
hecho, la única razón por la que cuento esta historia aburrida es que
las experiencias de hablar español fueron los mejores momentos del
viaje para mí. Cada interacción me dejó avergonzada e
insegura, o me hizo brillar intensamente con orgullo y euforia. Les
di demasiada importancia; lo puedo reconocer. Pero me gusta
mucho aprender español, y esta fue mi primera vez en un país de
habla hispana. Aunque hay un montón de gente que habla español
en mi propio país y en todas partes, casi toda la gente habla inglés
también. No siempre, pero por lo general, me siento muy
auto-consciente y tímida tratando de hablar español (de manera más
o menos conversacional pero no con fluidez) con nativo-hablantes que
dominan el inglés. Es más fácil empujar a través de eso
cuando no hay otra opción porque no hablan inglés. Al menos
en esa situación, a pesar de que yo estoy cometiendo un montón de
errores, que no es tan embarazoso porque su inglés no será
muchísimo mejor que mi español.
Por
supuesto, muchas personas pueden hablar inglés en la ciudad de
Quito, especialmente en las industrias de hostelería y turismo, pero
de lo contrario, muchas no lo saben. Asimismo, muchos, muchos
señales en Quito tienen las traducciones en inglés, pero a la vez,
también hay muchos que no las tienen. El traducir de cosas
para Adán era una gran emoción para mí. Eso es mi idea de un
momento de diversión. Salvo cuando yo apesto, y me avergüenzo.
Pero finalmente, por primera vez, me encuentro en un nivel en
que esos momentos son superados por los momentos de orgullo.
Me
da una sensación asquerosa en la boca del estómago cuando alguien
me está diciendo algo que yo sé es, probablemente, bastante simple
y sencillo, pero no tengo ni idea lo que es. Que me ha pasado
mucho. Varias cosas de menor importancia fueron un poco mal
porque no entendía algo en español... por ejemplo, fui a Subway (un
restaurante de cadena/franquicia) y pide un sándwich (emparedado)
submarino de albóndigas, y el chico me preguntó si quería que el
sándwich sea calentado. Yo pensé que me estuvo preguntando si
quería que el sándwich sea tostada, lo que es una pregunta normal
para un Subway en Estados Unidos. Entonces le dije que no. El
tio explicó que no, que él se refería a la carne esté fría, y yo
le contesté que estaba bien...porque todavía no entendí lo que él
quería decir. Entonces recibí un sándwich FRÍO de
albóndigas, y la carne era poco hecho también, y era demasiado
repugnante para comer. Me sentí muy mal. Yo estaba demasiado
avergonzada para volver al chico y pedirle que me cocine el sándwich
para mí.
Una
vez, tardé alrededor de una hora cuidadosamente componiendo una nota
escrita a mano al recepcionista del hotel, pidiéndole que nos pida una
pizza para nosotros, y varias otras preguntas. Estaba tan orgullosa
de esta nota...hasta que me enteré que el recepcionista hablaba
inglés muy bien. Todo había sido innecesario. Entonces me
daba vergüenza.
Probablemente
el peor malentendido, en términos de los resultados prácticos,
sucedió en nuestro camino de vuelta a los Estados Unidos. En el
aeropuerto internacional de Quito, alguien vendiendo un "servicio
de protección de equipaje" me acercó. Quería envolver
nuestras maletas en plástico, lo que costó quince dólares por cada
maleta. Nunca había oído de esta práctica, y no parece necesario
en lo más mínimo. No obstante, le di permiso hacer esta cosa
ridícula, porque yo estaba tan confundida y nerviosa, pensé que era
un requisito del aeropuerto, cuando en realidad sólo era un servicio
innecesario. Pues...realmente, una estafa.
Otro error que me dio un poco de vergüenza tuvo lugar en el área de
restaurantes de un centro comercial (otra vez). Pedí a un chico que
me diese hielo en mi bebida (que en Ecuador no se ponen hielo en las bebidas a menos que lo les pidas), y él me dijo que no tenían hielo, y
cuando me vio muy confundida, explicó que su fuente de soda no
tenía ni siquiera un fabricador de hielo. Pero esto sólo entendí mucho más tarde. En ese momento, la única palabra que entendí
era "máquina," e intenté adivinar el resto. Como señaló
a su derecha, yo pensaba que quizá estaba diciendo que hubiera una
máquina de hielo en algún lugar cercano. Así que le pregunté:
"¿Dónde está la máquina?", y él, con una sonrisita/mueca en su cara, señaló a la fuente de soda. (Sonrió
porque mi pregunta no tenía sentido, revelando que yo no tenía ni
idea de lo que estaba hablando y estaba tratando de fingir a través
de la interacción.) La mayoría de las veces, todo salió muy
bien, pero yo aún estaba avergonzada por tener que pedir a la gente
que repita las cosas una y otra vez, y por mi incomprensión de muchas
cosas. La vergüenza era mínima mientras que la gente tuviera una
actitud muy agradable y paciente, y en su mayor parte, realmente era
así.
Continuará...
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